Lo absurdo de Amnistía: Estados Unidos necesita reclamar el lenguaje de los derechos humanos internacionales por Anne Bayefsky 6 de junio del 2005 El uso deliberado por parte de Amnistía Internacional de la palabra “gulag” para describir las acciones de Estados Unidos en Guantánamo no debería haber sido una sorpresa. Como se ha divulgado extensamente, Irene Khan, la secretaria general de Amnistía, utilizó la comparación en el preámbulo del informe anual del 2005 de la organización. Según Khan, “Las instalaciones de detención en la bahía de Guantánamo se han convertido en el gulag de nuestra época….” Solamente es el desliz de la organización más reciente del año, lejos de los estándares universales de derechos humanos hacia una agenda politizada y antiamericana. El cambio quedó abundantemente claro en la Conferencia Mundial de la ONU contra el Racismo que se celebró en agosto y comienzos de septiembre del 2001. La declaración final del fórum de organizaciones no gubernamentales (ONGs) rezaba que el sionismo, o [derecho de] autodeterminación del pueblo judío, es igual a racismo, y degenera a partir de ahí. En el último día antes de la adopción de esta declaración, las ONGs internacionales, Amnistía incluida, deliberaban acerca de su posición como caucus. Como representante de la Asociación Internacional de Abogados y Juristas Judíos, me disponía a entrar a nuestro lugar de reunión junto con la presidenta de Amnistía, Irene Khan, cuando el principal representante de Human Rights Watch, Reed Brody, se volvió hacia mí en presencia de los otros y me dijo que no era bienvenida y que tenía que irme. Brody dijo, sin objeciones por parte de nadie (aunque había trabajado profesionalmente con muchos de ellos durante años), que representaba a judíos, y que en consecuencia, no se podía confiar en qué fuera objetiva. En Durbán, Amnistía lideró el asalto internacional de ONGs contra los estándares universales. Según Khan, lo que importaba eran “las voces de las víctimas”. Según sus palabras, “las víctimas de racismo e intolerancia afín han descrito sus propias realidades de racismo e intolerancia vinculada como lo experimentaron… esta Declaración y Programa de Acción es un texto inclusivo que permite que nuestras diversas perspectivas estén presentes en la Conferencia Mundial”. Sin embargo, a pesar de la retórica de “inclusivedad”, la jefa de Amnistía Internacional se sentó de brazos cruzados cuando fue sometida a votación y aprobada una moción para borrar las voces de las víctimas de racismo judías. Cada ONG judía de todo el mundo salió [de la sala]. Amnistía y compañía se quedaron. Durbán término tres días antes del 11 de Septiembre. Era de esperar que los cobardes e incitadores de racismo de Durbán estuvieran en el lado equivocado de la historia en la guerra contra la violencia que alimentan el racismo y la intolerancia. Las organizaciones internacionales de derechos humanos, con Amnistía a la cabeza, han colocado la guerra contra el terror a un lado y la protección de los derechos humanos al otro. La fraseología favorita en la jerga de la ONU es “la protección de los derechos humanos al tiempo que se afronta el terrorismo”. Flaco favor se hace a los derechos violados por los terroristas; no existen informes globales detallados que salgan de Amnistía Internacional acerca de las abominaciones de los terroristas. Buscar terrorismo en la página web de Amnistía devuelve 25 informes — todos acerca de violaciones por parte de los que combaten el terrorismo. El portavoz de Amnistía Internacional, William Schulz, respondió esta última semana a la crítica de la comparación con el “gulag” soviético diciendo que “la administración nunca piensa que Amnistía Internacional sea absurda cuando critica a Cuba, China, Corea del Norte…” En otras palabras, el hecho de que Amnistía sea citada en ocasiones significa que el grupo siempre debe de estar por encima de la crítica. Esta es la arrogancia de una organización internacional de derechos humanos — y no es la única — que ha operado durante años sin contabilidad seria. Qué triste que las fuerzas de una organización relevante de la sociedad civil hayan sido progresivamente borradas mediante afirmaciones de profesionalidad exageradas más que nunca y una fe irresponsable en su infalibilidad. Amnistía está en lo cierto, no obstante, al respecto de algo importante. Durante demasiado tiempo, los americanos hemos cedido el lenguaje de los derechos humanos internacionales a absolutamente todos los demás del planeta. El fracaso al ahora de defender los elementos clave de la política exterior americana en términos de derechos humanos ha dejado las puertas abiertas a los que odian a América y la democracia, permitiéndoles apropiarse y pervertir la divisa política de los derechos humanos. Cada joven americano en un campus sabe que el club local de derechos humanos es un atajo de atacantes de América. Si les preocupa, son compasivos, y están llenos de energía para asistir a sus hermanos y hermanas en las cuatro esquinas del globo, ellos no tienen adónde ir — al menos hasta que asumen el compromiso [de abandonar] la lealtad [a su país]. Tal vez lo absurdo de Amnistía ayude a hacer sonar una alarma con retardo.