El sueño de un dictador por Anne Bayefsky   La Comisión de Derechos Humanos de la ONU tiene poco que ver con inpulsar los erechos humanos. Contemplar la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, cuya sesión anual terminó en abril, ayuda a clarificar el atractivo de Naciones Unidas. Más de seis semanas, 3.500 participantes reunidos, incluyendo 1.500 representantes gubernamentales y 1.700 miembros de organizaciones no gubernamentales (ONGs). Ocuparon más de 50 reuniones de medio día y otras 600 de “actividades paralelas”. La sesión generó aproximadamente 700 documentos, suponiendo más de 10.000 páginas. Cada año, un cámara toma imágenes de los delegados en sus asientos, con cuidado para incluir la firma en las placas de la ONU y los dispositivos de traducción, y vende las fotos en el hall. Los ONGS reciben tres minutos para hacer una declaración, y a menudo preparan sus franjas de tiempo adjudicado por adelantado. La sensación es de estar haciendo historia, el pulso sobrecogedor de la vida política internacional, las noches de insomnio en negociaciones y debates — un pequeño precio a pagar por una gota de inmotalidad. Y todo esto en nombre del valor más preciado: los derechos humanos. Lo que la ONU hace bien en realidad es crear la atmórfera. Pero debería valer la pena para el contribuyente norteamericano notar una característica de la atmósfera, que sugraga el 22 por ciento de la cuenta. Es el credo común de cada uno de todos de que el mayor problema es Estados Unidos. Como indicaba tan sucintamente un delegado, en la ONU, los Estados Unidos son radiactivos. Las declaraciones de los representantes norteamericanos y sus convocatoras a votar son saludadas con gemidos, y los resultados se resuelven a menudo con risas. Casi un tercio de los votos depositados este año encontraban a Estados Unidos votando en solitario o con otro único estado. Unos Estados Unidos radiactivos en el marco del multilateralismo de la ONU se traduce en que la Unión Europea lleva el peso en cada uno de los temas de interés para los gobiernos occidentales. Los miembros de la Comisión se dividen en los cinco grupos regionales de la ONU: Grupo de los Europeos Occidentales y Otros (que incluye a Estados Unidos), con diez miembros; de Europeos Orientales, con cinco; Grupo Latinoamericano y Caribe, con once; Africano, 15; y Asiático, con 12. Las cifras son ilustrativas — mientras que el apoyo americano es innecesario o inútil, el apoyo de la UE a las preocupaciones occidentales es esencial. Si la UE no impulsa una resolución fuerte sobre las atrocidades de Darfur, Sudán, o alguna resolución siquiera acerca de Irán, Zimbabwe, o Chechenia, no hay nada que hacer. Así que en la comisión de este año hubo cuatro resoluciones de condena a Israel en solitario, y solamente cuatro resoluciones duras con cuatro de los 190 miembros de la ONU restantes. Otros doce países fueron objeto de manifestaciones suavizadas de preocupación. Examinando más de cerca a la UE, vemos que los resultados de las votaciones se resuelven entorno a un mínimo común denominador, como Irlanda. Recuérdese la Conferencia Mundial de la ONU sobre Racismo del 2001 en Durbán, Suráfrica, que se convirtió en una plataforma global para el antisemitismo. En octubre del 2004 fue redactado otro informe por un grupo de trabajo intergubernamental de seguimiento de la conferencia de Durbán. Pero aún insatisfechos, los estados africanos y asiáticos presentaron una resolución en la Comisión que contiene un cierto número de puntos que el grupo de trabajo no pudo aprobar, incluyendo una disposición que presiona para una revisión cada 5 años de la conferencia de Durbán. Aquí entraron los europeos, bufando y resoplando por promesas rotas y malas maneras, siguiendo con una abstención. ¿Por qué no utilizan los europeos la presión de ujna amenaza de votar en contra (y un voto de “no” real), pregunté a un diplomático europeo veterano? Su respuesta: El irlandés quería votar a favor. Al mismo tiempo, tanto los europeos como los americanos encuentran infumables un elevado numero de iniciativas inspiradas por la comisión. Las resoluciones y decisiones aprobadas este año sobre su oposición combinada  incluyeron Derechos humanos y medidas unilaterales de fuerza  — una resolución del denominado Movimiento de los No Alineados (que abarca el 60 por ciento de los miembros de la ONU) que se oponía a las sanciones por violar derechos humanos. También estaba “Derechos humanos y responsabilidades humanas” -- una decisión presentada por el “Grupo de Semejantes”, un subconjunto de miembros de la Comisión liderados por China, que solicitó la redacción de un borrador de declaración acerca de “responsabilidades sociales humanas” por un “experto independiente de Cuba. La composición de la Comisión de la ONU posibilita tales resultados. Sus miembros incluyen algunos de los países con los más pobres historiales de derechos humanos del mundo: Bhután, China, Cuba, Egipto, Eritrea, Mauritania, Arabia Saudí, Sudán, Swazilandia, Togo, y Zimbabwe. El 58 por ciento de los miembros de la Comisión están lejos de ser democráticos, según la Freedom House. Era de esperar por tanto que este año fuera casi idéntico a los años anteriores. Una resolución pedía otro informa acerca de la discriminación contra musulmanes y pueblos árabes. Una resolución con una referencia menor al antisemitismo y sin solicitud de informe en la materia fue saludada por el pronunciamiento por parte del embajador paquistaní — en representación de la Organización de la Conferencia Islámica (que comprende el 30 por ciento de los miembros de la ONU) — de que el antisemitismo no versa acerca de los judíos. No se presentó resolución ninguna a nombre de los 1,3 billones de chinos privados de derechos civiles o políticos básicos, a pesar del hecho de que los miembros de la Comisión tuvieron ante ellos un informe detallado que concluía que “las leyes y la práctica referentes a la privación judicial de la libertad no están en armonía con el derecho y los estándares internacionales”. Tras la derrota en el 2002 de un proyecto de resolución acerca de Irán, no se ha intentado nada para condenar el espantoso historial de derechos humanos de un estado patrocinador del terrorismo ávido de adquirir armas nucleares a cualquier precio. Total, el libro de cuentas muestra que Estados Unidos estuvo en minoría el 80 por ciento del tiempo. Los estados de la UE sólo estuvieron en minoría el 35 por ciento del tiempo. Algunas de las diferencias entre las orientaciones de Estados Unidos y la UE se debieron a las posiciones norteamericanas a propósito del Tribunal Penal Internacional (ICC). Ahora que Estados Unidos ha acordado enviar el caso de Sudán al ICC, su política sobre el tema es incoherente, y la comisión fue la primera prueba de la capacidad del Departamento de Estado de fingir lo contrario. Nadie estuvo impresionado por la práctica norteamericana de unirse al consenso en resoluciones que hacen unas cuantas referencias al ICC y después hacer “Explicaciones de Voto” que se oponen vigorosamente al estatuto del tribunal. El reciente informe al Congreso del Departamento de Estado que comprara las posiciones norteamericanas en política exterior con los resultados del 2004 en la ONU señalaba con grandes esfuerzos los resultados de consenso como demostrativos de un alto grado de “coincidencia”. Pero el consenso en la ONU enmascara desacuerdos serios. La resolución de consenso llamada “Protección de los derechos humanos y libertades fundamentales mientras se hace frente al terrorismo” impulsao la noción de que luchar contra el terrorismo y proteger los derechos humanos están en bandos opuestos, a pesar de la verborrea dedicada a lo contrario. Pide el examen detallado solamente de las violaciones de derechos humanos causadas por actividades de contraterrorismo, y no por el propio terrorismo. También se alcanzó consenso acerca de Sudán. La resolución que Estados Unidos y la Unión Europea retiraron de la mesa ante la oposición de los grupos Africano y Asiático decía que la Comisión “Condena... ataques [,]... muchos de ellos bajo responsabilidad directa de, o tolerados por, el gobierno de Sudán”. La que fue adoptada en su lugar “Condena: las... violaciones de derechos humanos [;] la violencia contra civiles y violencia sexual contra mujeres y anima a todas las partes a tomar las medidas necesarias para prevenir otras violaciones; la situación imperante en Darfur... incluyendo los ataques contra civiles cometidos por todas las partes[.]” Aunque el embajador norteamericano no pudo resistir cantar victoria describiendo la resolución como proporcionadora de “un fuerte mecanismo para investigar los presentes abusos de los derechos humanos y provocar su final”, la Comisión quiere en realidad otro informe dentro de seis meses, y asistencia a la Unión Africana siempre que se pongan serios. La dinámica revela bastante acerca de la patología subyacente de la ONU. Sin condiciones democráticas previas para ser miembro, la Comisión, igual que la Asamblea General, es un foro a través del cual las no-democracias pueden triunfar sobre las democracias. Además, situar a las democracias en una organización donde las relaciones con las no-democracias proporcionan poder sobre otras democracias divide a los estados democráticos en lugar de unirlos. Aunque a la UE le complace el papel de mediador entre los estados patrocinadores del terrorismo o del genocidio y los Estados Unidos, el punto medio debería encontrarse donde están Estados Unidos o sus democracias acompañantes. En marzo, el Secretario General Kofi Annán propuso salvar la credibilidad del principal organismo en materia de derechos humanos desechándolo, y creando un consejo de derechos humanos. Sería elegido democráticamente por dos tercios de la mayoría de los miembros de la ONU, y “los elegidos para el Consejo deberían emprender seguir los estándares de derechos humanos más altos”. Esta sugerencia obvia el hecho de que los estados no abandonarán la distribución geográfica en tal organismo de la ONU, y el intercambio y candidaturas de grupos regionales significa que China y sus iguales simplemente reaparecerán. No existe un criterio democrático y de respeto a os derechos humanos para ser miembro. Y la relación inevitable del consejo con la Asamblea General — con su completa panoplia de regímenes despóticos en primera línea — vaticina la auencia de cambio real. Es hora de reconocer las limitaciones inherentes del club de la ONU, la mayoría de cuyos miembros juega con reglas incompatibles con la Constitución Americana. Sólo entonces el papel apropiado de la ONU quedará claro.